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202...3

 Llevo varios días intentando encontrar las palabras para despedir este 2022. Y resulta que lo único que me hacía falta era bajar las revoluciones, respirar. Y es que la paz que me da este lugar no se apaga ni en sus cascadas de lluvia. Esa paz mezclada con un no parar de reencuentros, de planes, de caras conocidas de todas las etapas de nuestras vidas. Con un sinfín de recuerdos, de rincones, de razones. La paz que me da el único sitio en el que sé a qué hora salgo pero nunca a cuál llegaré. Y ha sido al pisar sus adoquines mal puestos sin tener prisa por llegar a..., por volver a..., por ponerme a..., cuando he vuelto a recorrer los últimos 12 meses con todo lujo de detalles He paseado por un enero nevado, complicado y encerrados. He saltado de cabeza a febrero; fugaz y frío. Y cuando me he dado cuenta marzo llamaba a la puerta: traía disfraces, recuerdos, visitas, risas y barro. Siempre queda un abril para mí... De viajes pendientes, tardes al sol, mojitos y amigos. Corriendo descal

Septiembre en casa

De alguna forma yo tenía que pisar el 31 sus adoquines, oler el Atlántico y dormir en mi cama. Allí donde se acaba el mar también se acaba mi año y empieza septiembre de nuevo. Septiembre para improvisarlo un rato, para cerrar el verano, para respirar, cantar, caminar. Pero también septiembre para planificar, ordenar y coger fuerzas para esta maratón, para recordarme quién soy y por qué lo hago. Septiembre en su playa, en su arena, en su brisa. Septiembre sin prisa. Sus caras conocidas y sus terrazas con sudadera; sus eternas cañas y coca-colas y algún que otro vamos-que-mañana-madrugo. Recuerdos, reencuentros, abrazos y seguir viéndoos avanzar en la vida; siempre de septiembre en septiembre, de apoyo en celebración y de terraza en puesta de sol. Nos vemos pronto, Ferroliño, no cierres más bares sin mí y no escuches las cosas feas que dicen de ti. 

Coordenadas cruzadas

¿Por qué se habla tanto de amor a distancia y nunca de amistad a distancia? Si es igual de difícil, si es igual de bonita, si los reencuentos se disfrutan y se ríen con la misma intensidad, si los recuerdos se viven con la misma nostalgia, con la misma morriña. ¿Por qué no se habla? Yo hoy quiero hablarlo. Hoy rindo homenaje a los km que siempre nos separan, a los mensajes, al no hablar en semanas pero siempre pensarnos. Al (re)correr con la mente de sur a norte todas las carreteras, todos los aeropuertos. Y tiro porque me toca. Al revivir con fuerza todos los momentos, deseando atrapar pronto unos nuevos... que estos ya se están gastando. Con algunos remiendos, con rotos, con descosidos, con lágrimas de risa y arrugados de tanto apretarlos. Los capítulos de mi vida tienen nombre de ciudades y bandas sonoras muy dispares, pero todos huelen a mar. Y en cada uno sigo aprendiendo a ser, querer, a-mar. A mi rinconcito de paz ajetreada en la ciudad condal, a mi puesta de sol en Galicia con