2020, ¿por dónde empiezo?
Pusiste en pausa nuestras vidas por un tiempo, nos hiciste valorar las pequeñas cosas y echar de menos un abrazo o una tarde en cualquier bar. Los planes más simples se volvieron imposibles, los viajes se aplazaron, sin fechas fijas. Pero a pesar de todo, sigue habiendo cosas buenas que merece la pena recordar. La nieve en enero, las rodillas moradas y el chocolate caliente. Los últimos eventos, sin saberlo, después de un inicio de curso muy agitado. Cartagena, Toledo, Sevilla. Un último fin de semana a lo grande, a las puertas de la incertidumbre, del estrés, de un viaje para escapar al sur "unos días". Unos días que se convirtieron en marzo, en abril, en mayo, en junio. En pantallas y videollamadas, en horarios cambiados, en paseos sanadores, en debilidad y fortaleza. En apoyo constante. Y julio me permitió coger otro avión, un último aliento en mi Barcelona, con mi gente, en mi casa. La playa en Galicia y agosto a 40º de mudanzas, planes y visitas. Una hora menos en septie