Noviembre no viene siempre de la mano de la lluvia y con quebraderos de cabeza. A veces viene cargado de nuevos planes, gofres y un merecido descanso que no llega. Y es que septiembre ha sido un torbellino de aire fresco y octubre todo un huracán de novedades. El día y la noche de lo que era antes, los madrugones y las madrugadas en vela. Las explicaciones a altas horas de la tarde, las promesas y las disculpas. El cambio de hora y de continente mental. De contenido que va mudando como mis ideas nunca claras. Las ganas de escribir y la falta de tiempo para descifrarme. Los horarios solapados y la agenda a punto de explotar, como mis nervios a flor de piel. Como el frío que llegaba tarde y me despertó un día con la nariz congelada. Noviembre esta vez me ha dado un poco de sur para seguir (vi)viendo el norte, me ha puesto un viaje entre las manos y me ha prometido unos cuantos para que diciembre, enero y febrero no se sintieran solos. Hacía años que este mes no me