Domingo, sí, pero el último(casi).

Domingo y se acaba mi rutina. Pero oye, me gustaba, me había acostumbrado a esas 3 horas de Monbus escuchando la música del conductor de turno, o pidiendo en bajito que no se me sentara nadie al lado en Pontedeume para poder ir tranquila, al menos, la mitad del viaje. 
Dicen que a todo se acostumbra uno, que somos animales de hábitos. Pues debe de ser cierto. Me gustaba llegar a Vigo a las 9 y pico y ver la puesta de sol desde el bus en el puente de Rande después de haberme pasado una hora intentando hacer algo productivo y las otras dos con los cascos puestos. Diría que hasta me había acostumbrado a vuestras caras de sobados los lunes en funny, o a las 8 horas de clase (bueno, a eso no). A las horas de vida en la cafetería, esa cafetería que trasladamos nosotros al sol cuando se podía. Incluso a los malditos vaciles, anteproyectas, sí, a eso también.
A todo eso y más. Lo mejor eran los miércoles sintiéndome mal de camino a Santiago en vez de estar estudiando, las noches que empezaban en Conxo o saber que el 5ºE siempre tenía las puertas abiertas y unas mantas para mí. Los jueves de vuelta, las subidas y bajadas al Cuvi, las cenas en el Ecos...y las mil y una noches que, aunque no fueran tantas ni de lejos, lo superan todo en grandeza (lo importante es la calidad, no la cantidad). Grandeza por vosotros, calidad por los momentos y cantidad por las cuestas al Unique. Y único cada jueves después de 4 días quejándonos del frío, el hambre o las incómodas sillas naranjas. 
Llegaba el viernes ("I'm having my mum's food!" como diría nuestra querida) y los viajes a casa. Os prometo que Ferrol nunca fue tan "casa" como este año. Apreciamos las cosas cuando están lejos, y yo aprendí a valoraros y a echar de menos mi maravillosa cama. No digo nada del grandioso verano que nos espera para no quitarle emoción. Y domingo de vuelta otra vez.
Eso cuando se iba a casa, pero que no queden atrás ni sean menos los findes sin viaje, los viernes vigueses y los gofres en Príncipe. Un placer vivir en la misma ciudad que vosotros más de 5 días al año en Tui. Y dicen que los domingos productivos académicamente no existen, ni existirán nunca, y que poca gente me saca de casa el último día de la semana, pero eso sí, por ir a tomar algo y echarnos unas risas en buena compañía que no sea, que ya de paso empezamos la semana con fuerza.
Poco más tengo que decir, ya me he alargado bastante. Ah, y que aunque descubrí un poco tarde a las futboleras como yo, en tercero nos apropiaremos de un bar para todos y cada uno de los partidos.


Declaro cuasi oficialmente inaugurado mi verano y, con él, mis semanas sin domingos, sin lunes y sin saber en qué día vivo.

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