Farewell

Érase una vez un futuro. Érase una vez el vacío. Érase una vez la incertidumbre.

Pongamos por supuesto que no tenemos ni idea. Que el pasillo se divide y que las puertas son de todos los tamaños y colores. Pongamos por supuesto que no hemos encontrado la llave que queríamos y que hemos perdido la costumbre de saltar a la piscina. Que ya no sabemos ser valientes, que nos hemos olvidado de cerrar la ventana y hay corriente.

Ahora cierra los ojos. ¿Qué ves?

Yo veo un mundo de posibilidades que giran delante de mis narices. Veo capítulos sin escribir. Veo escaleras hacia el azar. Veo una apetecible caída libre hacia arriba.
Llamadlo suerte, llamadlo destino, llamadlo universo. Pero no le cerréis la puerta.

Pongamos por supuesto que el invierno tiene los días contados, que el viento del norte nos trae la primavera. Que las hojas del calendario vuelan con la brisa de todos los veranos y la prisa de no querer crecer. Siento romper la magia: ya no hay marcha atrás. El último peldaño se fue con las páginas de enero.

Pero... echad la vista abajo. A los lunes al sol y a los planes acelerados, a los cambios de aires y al anticiclón que nos dejó con pies de plomo y la cabeza en las nubes. A los martes de bares y a los "¿hacemos algo?" que nos han dado algo y tanto que hablar, que soñar y que recordar. A la lluvia a cubierto. A quien se fue y no volvió, a quienes volvimos para encontrarnos las piedras mojadas y el mar revuelto.

Pongamos por supuesto que toca marcharse otra vez, que la iniciativa le robó las ganas a la improvisación. Que no quedan rincones ocultos ni días de frío y sol. Que les hemos dedicado días a las listas y hay mil historias que contar. Pongamos... las cartas sobre la mesa, las luces y sombras en la balanza. Supongamos que ya no hay tetris en la agenda que valga, que ya hemos cuadrado todas las fechas y nos han salido redondos todos los planes.

Érase una vez un iglú de sueños. Éranse una vez un funambulista con miedo a las alturas y un trapecista que perdió el equilibrio. Érase una vez el miedo.

Dejemos los supuestos y demos por sentado que solo se puede perder lo que sientes tuyo. Que solo se puede ganar si sigues apostando. Que tenemos que recoger las paredes y apagar las luces. Demos por sentado que todo habrá cambiado cuando decidamos volver. Cuando tengamos fuerza de voluntad. Demos por sentados los juegos de palabras en el cine y las promesas en el coche.

Érase una vez la playa en febrero. Érase una vez una puerta que llevaba cerrada un tiempo y que tenía que abrirse otra vez. Éranse una vez los mejores años de nuestras vidas.

Yo
confío.


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