Sin más

Porque sí, porque me apetece. Por todos esos viernes que saben a domingo, por todas esas veces que nos apetece algo y lo dejamos por pereza. Por las canciones, por las películas. Por las idas y las venidas, por las vueltas (las de cabeza también). Por la emoción al suspenderse las clases gracias a cada temporal. Por ese olor a mar y a casa. Por una carretera vacía con la música a tope. Por las horas de aeropuerto y las historias que me da tiempo a inventar. Por la sensación al tirarte en cama y que tu única preocupación sea ponerte el pijama. Por las capas de mantas, por las térmicas y las palomitas. Por las despedidas y los reencuentros. Sobre todo los reencuentros. Porque ese montón de ropa en la silla que seguirá ahí hasta el final de los tiempos. Por las fotos y los recuerdos, y una pared cubierta en la que no cabe ni una sonrisa más. Por los calendarios, las listas y la satisfacción al completarlas. Por la distancia que hace madurar y por la nieve que no llega (ya tardas, please). Y eso. Por la inspiración, los borradores y el helado de oreo. Porque sí, porque me apetece.

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