Los días raros



Sintonizar, reagrupar pedazos ... 
en mi colección de medallas y de arañazos.


Cuando te pillan desprevenida, toca pensar. Cuando toca pensar, te das cuenta. Cuando te das cuenta, las cosas cambian.

¿Y si la lluvia llega para decirnos que aún está ahí? Que despertemos, que todavía hace frío, que winter is coming, que llegan las tardes de bufanda, paraguas y colacao. ¿Y si la sombra existe para que veamos el sol? El sol y el olor a césped recién cortado, el sol y el mar, el sol y las terrazas, las terrazas y los reencuentros. Sigo sin saber qué ha sido de los domingos de desconexión y de los paseos marítimos.  Ay, el otoño y sus cambios.

Pero las hojas de este otoño siguen ahí arriba y los cambios son a mejor, las visitas se hacen costumbre y los reencuentros más comunes. Los comunes son los raros y los raros los del día a día. El día a día es más fácil y lo fácil parece imposible. Pero ya no hay imposibles que no se intenten. Ni distancias que se tengan en cuenta.

Y es que si no hubiera domingos nos quejaríamos de los sábados. Es así. Pero hoy es martes, es 13 y os aguantáis.

¿Quién iba a decir que sin borrón no hay trato ...? 
El futuro se vistió con el traje nuevo del emperador. 
¿Quién iba a decir que sin carbón no hay reyes magos ...? 





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