If we get to see tomorrow

Ojalá fuéramos capaces de decir la mitad de las cosas que se nos pasan por la cabeza. O hablamos sin pensar o no decimos nada. Ojalá un término medio, ojalá más valientes. Ojalá.

Presumimos de valentía frente a mil millones de situaciones, pero a la hora de la verdad somos tan cobardes como el 99,9% de la gente. A la hora de la verdad olvidamos ese poder de decisión y simplemente nos escondemos. Así es la vida, supongo.

Suponer se nos da bien, no hay que arriesgarse mucho para ello, y si te equivocas, remites a lo que has dicho y te justificas con un "dije que lo suponía". Qué pocos riesgos corremos, madre mía.

Y madre mía qué razón la de todas ellas. "El que no arriesga no gana". "Hasta que no lo intentes no lo sabrás". Vaya. Pero seguimos medio consejo y tiramos pa'lante con una buena máscara de persona valiente que tape completamente nuestra estupidez, pero aún así nos permita pasar desapercibidos.

Y a pesar de todo, aquí seguimos, sin decir la mitad de las cosas que se nos pasan por la cabeza. Sin salirnos de nuestro guión, sin dejar de mentirnos a nosotros mismos. Esperando a que ocurra un milagro y llegue el mundo al revés. Pero, al fin y al cabo, esperando.(Esperar: Tener esperanza de conseguir lo que se deseas. Creer que algo ha de suceder. Desear que algo ocurra.) 

Tanta complicidad y tantas promesas, ¿para qué? Si todos sabemos que va a seguir como hasta ahora. Los cambios bruscos están mal vistos, y lo sabemos. Y así toda la vida, entre ojalás y más de la mitad de las cosas que se nos pasan por la cabeza.





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