(Le he vuelto a coger el gustillo a esto de escribir, siempre ha sido una buena forma de desahogarme, pena que lo abandone tan a menudo.) Tengo miedo de perder tantas cosas y a tantas personas, que me asusta dar cualquier paso y no hago más que quedarme en el punto exacto en el que estoy. Siempre habrá alguien que te diga "quien no arriesga, no gana" y cosas similares, y ojalá fuera tan fácil, pero no lo es. O sí, quién sabe. Mi filosofía de vida me impide seguir esa única y simple norma. No me malinterpretéis, no siempre he sido así. Para nada: he arriesgado, y he ganado, pero también he perdido y, como ya dije, me asusta perder. "everytime I try to fly, I fall, without my wings, I feel so small" "Viento del este y niebla gris, anuncian que viene lo que ha de venir. No me imagino qué irá a suceder, mas lo que ahora pase, ya pasó otra vez"
No sabría por dónde empezar. Siempre me ha gustado releer lo que le pido al año cuando ya va llegando a su fin y hace 365 días le pedí al 2023 que vinieran cosas bonitas, personas vitamina y sueños cumplidos, que viniera salud, mucha salud, que reinase el amor y que viviera la ilusión . Por la recompensa al trabajo bien hecho. No ha sido así. Supongo que mantenerme en "el mejor año hasta el momento" era un sueño adolescente que no podía ser eterno. Y es que al final las piedras son parte del camino, te obligan a estar alerta y te recuerdan lo importante de saborear cada paso para no caerte de morros. Yo sigo sin poder evitar recordar también lo bonito , que lo ha habido. Enero donde siempre, con los de siempre y de vuelta al sur. De churros con chocolate, de amigos y de finde en la nieve. En febrero taché un destino de mi lista de viajes. Visitamos Escocia con sol y con frío, con virus y mucho sueño en nuestro salón victoriano. Marzo empezó con una noche en el aeropuert
Cada vez que alguien pregunta, siempre dando por sentado que es imposible echar de menos el tiempo del norte, es porque nunca ha estado allí de verdad. Nunca ha visto cómo el sol pinta el océano de naranja en cada atardecer. Ni cómo la lluvia pinta de verde las montañas. No sé si existe alguien que nos supere en tonalidades, millonarios en colores. Cada vez que alguien pregunta, dando por hecho que no se pueden preferir los 19° a los 30°, es porque no ha disfrutado un día de playa con sudadera De una tormenta en verano, de las caricias de la primavera en un día de sol inesperado. Cada vez que alguien pregunta por los deseos para año nuevo, no saben que el mío empieza en septiembre, con los fuegos artificiales, los altavoces en la colina y la fábrica de olas. Siempre he pensado que hay algo mágico en la forma de su costa desde la ventana del avión que anuncia unos días de paz. En sus carreteras rodeadas de árboles y la luz que se escapa entre ellos. En las palabras con las que Andrés d
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